lunes, 18 de abril de 2016

La importancia de la observación en el aprendizaje en danza, la importancia de nombrar lo que observamos

Para comenzar, me interesa presentar este artículo como una herramienta que cada uno podrá aplicar en la medida y frecuencia que mejor le resulte según sus propios tiempos y modos de aprendizaje. A lo largo de mis años de estudio y enseñanza pude comprobar cómo, al desarrollar una actitud activa en clase y una inteligencia que combina el registro sensorial y conceptual de lo que ocurre con el cuerpo, los alumnos y profesores se vuelven más especialistas y logran una comprensión y ejecución precisa y completa. Es una herramienta que creo útil y que es absolutamente combinable con otros tipos de trabajo que busquen desarrollar la creatividad, la improvisación, la expresividad, etc.

Desde el lugar del alumno, observar en detalle la forma que se propone en la clase y registrar los aspectos en los que el profesor hace hincapié sirve para anclar conocimientos de forma directa y correcta.

¿Por qué escuchar y observar lo que el profesor pide y corrige? Toda forma, sea de la técnica que sea, tiene distintos puntos sobre los que se puede trabajar según lo que se busque: aprender el movimiento en sí, usarla como medio para trabajar dinámica o postura, lograr cierta capacidad muscular, incluso terminar de comprender un movimiento previamente aprendido. De ahí la importancia de hacer foco en lo que se busca específicamente con ese paso, en escuchar y poner la atención en la explicación. Con el paso del tiempo, al conocer a un maestro, empezamos a comprender la estructura que guía su clase, podemos comprender en tiempo real  (es decir durante la clase) por qué usa determinada combinación, además de anticiparnos y suponer los objetivos a largo plazo incluso sin que lo explicite. Si bien es bueno explicar los objetivos al enseñar una forma, como profesores también tenemos que regular la información para no acelerar procesos, para evitar confundir con exceso de elementos a considerar y para no intimidar a los alumnos que son más temerosos. De ahí la importancia de desarrollar la observación y la inteligencia, capacidades que me permiten como alumno una comprensión global y profunda, prescindiendo lentamente de la explicitación.


¿Por qué observar en detalle? Porque las sutilezas hacen la diferencia, tanto para una realización saludable, como para una estética, o una potenciada (llevada al máximo de sus posibilidades). Por ejemplo, en tap es muy clara la importancia de la sutileza: las formas son absolutamente similares si las miramos sin detalle y muy diferentes cuando hacemos "zoom". ¿Dónde está el peso del cuerpo?, ¿qué parte del pie apoya?, ¿qué pasa con el pie de base?, ¿qué hace el pie que "dibuja"?,  ¿qué formas adquiere el resto del cuerpo para acompañar a la ejecución de ese zapateo?. En todo eso (e infinitas cosas más, dependerá del caso) debemos poner foco para aprender un movimiento y también para explicarlo.

La observación de la que hablo es sobre la propuesta de forma y también sobre la propia experiencia sensorial, "hacia adentro", hacia la percepción de si lo que estoy haciendo es lo que vi que hay que hacer. Podemos usar el espejo para chequear, para desarrollar la conciencia corporal, para confirmar si lo que siento se ve como supongo.
Desde la mirada del profesor, nos beneficiamos al agudizar la observación y nombramiento tanto para enseñar como para seguir aprendiendo.

En los primeros años de aprendizaje (es decir en los grupos de alumnos principiantes) es útil "masticar" el movimiento y pasarlo a los alumnos muy detalladamente. Este proceso nos permite ganar una mejor comprensión de lo que estamos enseñando: en la transmisión encontramos sutilezas y continuamos aprendiendo en nuevos niveles.

Enseñar nombrando todo lo que hay que observar y acompañando con palabras o sonidos que sellen el aprendizaje, clarifica. (¡Si tendremos todos los que bailamos recuerdos de “cancioncitas” que nos dan una imagen en movimiento!). Nombrar cada parte hace también que el alumno tenga más herramientas para formular sus preguntas y fije los conceptos que le permitirán realizar la forma.

Luego, es lindo y necesario que ese concepto claro pase a los pies, al cuerpo, a la experimentación y búsqueda de cada alumno consigo mismo y para eso sólo resta mucha práctica - el "repetilo 100 veces, 99, 98, ¡¡¡bien!!!.. ¡Seguí con las otras 97!" -. Pero éstas serán repeticiones inteligentes, registrando lo que falta trabajar, buscando algo específico en cada ejecución. Es sabido que desaprender es un proceso engorroso, por eso siempre es mejor que el material se fije de a poco, pero correctamente.

A veces son válidos los "grises", las pequeñas "mentiras" (adaptaciones) que un determinado cuerpo necesita hoy para poder avanzar. Algunas cosas requieren tiempo, y quedarse trabado en un aspecto específico que no sale, frustra y aburre. Es bueno seguir caminando con la claridad de qué es lo que falta y con la convicción de que mañana eso va a llegar. Es un acuerdo entre el alumno, la forma y el profe que acompaña y estimula.

Como maestro, desde la observación sutil aparecen las respuestas específicas para apoyar a cada alumno en lo que necesita. Agudizar la observación le permite al docente encontrar las particularidades de la ejecución de cada alumno, información que será la base de las correcciones. Después de las 97 repeticiones en donde el alumno, con los conceptos ya claros y las primeras correcciones generales hechas, indagó desde la experimentación, la mirada específica del profe es clave. Aporta paz y claridad. Es importante corregir a cada uno, de a uno, ayudándoles a ver cómo lo están haciendo y en qué se distancian de lo esperado,  mostrando los avances, y usando los errores para que los compañeros también mejoren su propia capacidad de observación: que puedan, por ejemplo, explicar lo que ven que no se ajusta a la propuesta de forma (comprendiendo que el objetivo sea copiar una forma, entendiendo que todas las otras formas posibles son válidas, sólo que no son la que estamos trabajando ahora).



























En los niveles más avanzados o luego de varios meses de trabajo con un mismo grupo, considerando la experiencia de los alumnos y confiando en que lleguen con esta capacidad de observación e inteligencia de aprendizaje desarrollada, es bueno que lentamente las formas se adquieran por la propia búsqueda y no por la explicación detallada como en los primeros tiempos. Es un modo de alentar al alumno a un nuevo modo, más independiente, que lo motive a encontrar aspectos que incluso su profesor no consideró. A que encuentre su propio modo de resolver la forma, de vincularla con otra ya conocida, a que busque dentro de sí cuál es su camino.

Desde el alumno la observación y capacidad de nombrar lo que observamos, nos acelera el proceso de aprendizaje y estimula la actitud proactiva. Desde el profesor, nos vuelve específicos, claros y formadores de alumnos con una capacidad de observación agudizada. Los invito a ponerlo en práctica. 



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